En general, los padres y los docentes de educación inicial, son los primeros que notan comportamientos poco comunes en el niño, como la dificultad para alcanzar adecuadamente los hitos del desarrollo infantil.
El 80% de las veces en las que un padre/madre sospecha que hay algo anormal en su hijo, está en lo cierto. Sin embargo, solo un 20% de estas sospechas son tenidas en cuenta por el especialista.
Las principales alertas del desarrollo son: falta de sonrisa social, no mirar a los ojos, no balbucear, tener retraso en la adquisición del lenguaje o perder el lenguaje adquirido, no señalar para mostrar o compartir interés, no responder al nombre, falta de juego simbólico, reacciones inesperadas frente a estímulos sensoriales, entre otras.
La edad promedio en que se diagnostica el autismo clásico es a los 3 años, mientras que el Síndrome de Asperger y el TGD-NE tienden a ser diagnosticados más tarde, con una edad media de 7,2 y 3, 9 años respectivamente. Los primeros signos pueden ser evidentes desde los 12 meses. La detección temprana de las condiciones del espectro autista puede mejorar la vida del niño y de su familia.